Vacaciones: decálogo para un buen retorno
La llegada de septiembre supone para la mayoría de las personas la vuelta a la rutina. Es una época de adaptación tras la vuelta de las vacaciones, donde nos permitimos flexibilizar y relajar hábitos de vida como el sueño, los horarios, las responsabilidades o las comidas entre otros. Este retorno puede generar estrés si no lo abordamos de forma eficaz.
Prohibido los reproches. Lo importante es que las vacaciones te hayan permitido desconectar, relajarte y disfrutar.
Nada de correr. Al igual que no usamos métodos milagrosos para recuperar el sueño, la concentración, para adaptarnos al nuevo entorno, al clima… tampoco vamos a hacerlo para retomar los hábitos alimentarios que deseamos. La vuelta a la rutina debe hacerse de manera progresiva.
no por mucho madrugar amanece más temprano
No seas tajante. Elimina la frase “el lunes empiezo” o “mañana inicio la dieta”. La incorporación de alimentos saludables, el establecimiento de horarios regulares, las labores domésticas… se hacen de forma progresiva si queremos sobrevivir a ellas.
Cuidado con el blanco o negro. Suprimimos el “o lo hago bien o no lo hago”. Nada en nuestra vida se puede tener absolutamente controlado. Siempre hay algo que nos falta ordenar, recoger, arreglar, comprar, pagar… Lo importante es mantener un esquema mental que nos permita llevarlo todo adelante, pero no todo a la vez.
entre el blanco y el negro hay una escala de grises
Salir del laberinto. Aprende a Priorizar (qué es lo más importante), Postergar (qué puede esperar) y Delegar (quién puede ayudarme). Este último punto es el más complicado, pero recuerda que aunque los demás no hagan las cosas como tú no significa que lo hagan mal.
Perseverancia y paciencia. No vas a seguir una alimentación perfecta (al menos a medio plazo), a la larga vas a incurrir en algún que otro capricho como hacemos todos. Ten claro que la Prioridad en este caso es no abandonarte.
puedes con todo, pero no con todo a la vez
El Bienestar Físico. Tu alimentación no puede ir orientada exclusivamente a ver qué número marca la báscula, a pesarte compulsivamente, a que esa prenda te quede holgada. Tu bienestar no lo determina un número. Por ahora céntrate en los beneficios que te aporta: conservar tu piel sana, favorecer el sistema digestivo, mejorar el descanso, combatir el cansancio, fortalecer tu sistema inmunitario…
tu bienestar es algo más que un número
Cuida tu mente. Controla el uso del móvil y RRSS, en particular aquellas cuentas que sabes que te perjudican. Márcate actividades a corto-medio plazo que te hagan sentir bien (encuentro con amistades, mejoras en tu casa, cine de verano, curso de idiomas, excursiones…). Son de gran ayuda las técnicas de relajación (mindfulness, meditación).
Levántate. El movimiento es salud física y mental. Cuanto más pesamos más trabajo cuesta. Hay que salir de esa espiral. Si decides hacer ejercicio o iniciarte en algún deporte no lo hagas con la idea obsesiva de quemar calorías. Empieza por yoga, pilates, espalda sana, estiramientos… te ayudarán a adquirir flexibilidad, agilidad y a reconciliarte con tu cuerpo.
muévete, que el peso no te mantenga anclado
La confianza en ti. El bienestar físico y mental ayuda al control del estrés y la ansiedad. Así mismo nos permite gestionar las emociones adecuadamente y afrontar las dificultades desde una perspectiva más serena. Y lo que es más importante, a confiar en ti y en los recursos de los que dispones.