Soltando amarras
Escucho a muchas personas verbalizar durante años frases del tipo “tengo que perder peso”, “necesito una pareja para ser feliz” o “debería hacer deporte”. Se castigan pensando que es intolerable no conseguir llevar a cabo esas acciones, se recriminan por ello y entran en un círculo que termina generándoles angustia y ansiedad.
Uno de los hábitos relacionados con la forma de pensar que más malestar nos genera se resume en los siguientes términos: tengo, necesito o debería. Si los analizamos, vemos que se trata de imposiciones que juzgan tanto la actuación de uno mismo como la de los demás. Las personas que emplean esta distorsión del pensamiento mantienen reglas rígidas e inflexibles sobre cómo tienen que ser las cosas.
las cosas no tienen que ser como a ti te gustarían
Con frecuencia sufrimos adversidades en la vida y tendemos a pensar que tal o cual cosa no debería pasarnos, y con esta actitud lo único que conseguimos es aumentar nuestro malestar emocional. Es importante en estos casos revisar nuestras premisas; por qué mi amigo tiene que hacer las cosas a mi manera o por qué necesito que las personas me acepten, por ejemplo. En realidad, lo que hacemos es negarnos a admitir que ocurran cosas que nos incomodan.
Nuestra forma de pensar no es inamovible, va modificándose con los años, no obstante, en ocasiones mantenemos ideas o esquemas cognitivos inflexibles que nos impiden sentirnos bien. Sin embargo, si nos lo proponemos podemos modificar estos esquemas y en consecuencia seremos capaces de generar nuevos estados emocionales más acordes con la realidad.
Para empezar, resulta de gran utilidad sustituir esos necesito, debería o tengo por me gustaría o preferiría.
empieza por cambiar los tengo y debería por me gustaría
Si te paras a pensar, te gustaría por ejemplo, que te apoyaran en alguna decisión que vas a tomar, pero no necesitas que lo hagan para llevarla a cabo. En la vida hay que aprender a tolerar que, incluso las personas que más nos aprecian, no van a aprobar muchas de nuestras elecciones. Ello no implica que no debas hacerlo o que estés equivocado, tampoco que dejen de quererte, simplemente no están de acuerdo.
que no apoyen tus decisiones no te impide llevarlas a cabo
Son pocas las cosas que realmente NECESITAS en la vida; comer, dormir, respirar… para no morir. Sin lo demás, de una u otra forma puedes seguir adelante. Pagas una hipoteca porque quieres vivir de una determinada manera, siempre está la opción de irte de alquiler, compartir espacios, trasladarte a una cueva… Piensa en la cantidad de gente que vive de manera impensable para ti.
hay muchas opciones de vida, nadie te obliga a optar por una determinada
La diferencia es que tú has decidido y preferido vivir de otra forma. Si asumes la responsabilidad de atender a tus hijos es porque los quieres, porque de otra manera te costaría ser feliz…. aunque ello suponga un esfuerzo todos los días. Con estos ejemplos lo único que queremos hacerte ver es que la manera en la que vives la has elegido tú, por cultura, tradición o por lo que sea, pero que no estás obligado a ello.
¿Cuántas veces te dices a ti mismo “tengo que perder peso” o “no puedo seguir así”?
Tú eres el responsable, experto y protagonista de tu vida. Tú decides si quieres perder peso o no, si puedes seguir así o no. Nadie te obliga a cambiar. Si tomas la decisión probablemente sea porque prefieres terminar con el malestar que te provoca tu estado actual y mejorar tu calidad de vida. No conviertas un quiero en un debo. Si no lo deseas no lo hagas, no tienes por qué hacerlo, puedes elegir seguir como estás el tiempo que tú quieras.