Rectificar es de sanos
Cuando hacemos autocrítica tenemos que valorar los aspectos positivos y negativos de nuestra forma de actuar con el fin de tomar conciencia de nuestros puntos fuertes y débiles.De esta manera podremos potenciar aquello que nos acerca al objetivo e intentar corregir o paliar lo que nos distancia, convirtiendo de esta forma la autocrítica en un aprendizaje.
Sin embargo, en muchas ocasiones cuando no conseguimos un objetivo, ya sea perder peso o cualquier otro tendemos a justificar la falta de resultados a factores externos: “es genético”, «es que el estrés», “todo me engorda” o trasladando la responsabilidad a otras personas: “mi madre prepara todo graso” , «si me subieran el sueldo» o “no me dan dinero para el gimnasio”. En estos casos la falta de autocrítica es una manera desacertada de intentar preservar tu autoestima y uno de los factores que contribuyen a tu estancamiento actual.
tu lenguaje interno afecta a tu autoestima
La falta de autocrítica es tan perjudicial y problemática como la autocrítica destructiva, que tiene lugar cuando te centras exclusivamente en los errores o debilidades y te hablas a ti mismo sin respeto, utilizando un lenguaje despectivo e hiriente cada vez que no alcanzas los objetivos que te propones. De esta forma permites que todos tus logros sean eclipsados por los errores cometidos.
Nunca somos tan duros con los demás como con nosotros mismos. Probablemente te desvives por el bienestar de las personas a las que quieres, restas importancia a sus errores, ensalzas sus logros y eres cauto en la crítica. Mientras ayudas a los que aprecias a sanar las heridas emocionales, no dejas de hurgar en las tuyas impidiendo que cicatricen.
no te castigues, enmienda tus errores
Por eso para empezar a tratarte con respeto resulta de gran ayuda «colocar» tu problema, el error cometido o los sentimientos de culpa en alguien a quien aprecias. Antes de recriminarle lo más probable es que le escuches con atención y empatizando con su tristeza o malestar. Probablemente su proceder no te resulte imperdonable o incluso te parezca desproporcionada su reacción. En definitiva, esa tolerancia, comprensión e indulgencia con las faltas ajenas podemos empezar a ponerlas en práctica cuando se trata de nosotros mismos.
La autocrítica negativa tiende a ser intrusiva y persistente, consume nuestras energías y finalmente puede llevarnos incluso a abandonar los objetivos que nos hemos marcado. Hay que asumir los errores cometidos, repararlos si es posible y buscar alternativas. No se trata de castigarnos, sino de desarrollar un lenguaje interno que nos permita mejorar y fortalecer la autoestima.