¿Por qué no me gusta el deporte?
Muchas personas que desean perder peso y llevar una vida saludable suelen tener grandes dificultades para instaurar la actividad física entre sus hábitos de vida. Y aunque muchos profesionales intentan trabajar la motivación, pueden estar pasando por alto causas subyacentes que suponen un bloqueo a la hora de enfrentarse al deporte o la actividad física.
No podemos olvidar que muchas personas que padecen obesidad se han sentido desde su infancia ridiculizadas, objeto de mofas, excluidas, discriminadas e incluso acosadas en el colegio y, no en pocas ocasiones, en clases de gimnasia. En estos casos es normal “negarse” a revivir de manera consciente o inconsciente emociones negativas aparejadas a determinadas etapas del ciclo vital.
hay heridas de la infancia que pueden seguir abiertas
Por otro lado, el canon de belleza imperante centrado en la delgadez y compartido socialmente, supone una presión significativa para la población en general y para las personas que padecen sobrepeso en particular.
No hay que subestimar la vergüenza que genera a las personas con obesidad la exposición corporal en determinados entornos como puede ser un gimnasio o la piscina. Entornos donde se presupone pericia y agilidad, y con atuendos que por lo general marcan nuestra silueta corporal.
la vergüenza es la enemiga de la visibilidad.
Otras veces no somos conscientes del esfuerzo que le supone a una persona aquejada de obesidad el simple hecho de levantarse de una silla o de la cama, por ejemplo. Pensemos entonces lo que conlleva realizar cualquier tipo de ejercicio, especialmente el aeróbico o cardiovascular.
es frecuente evitar o procrastinar actividades que generan ansiedad
Las consecuencias de todo ello es la conducta evitativa, uno de los mecanismos de defensa más comunes dado el estrés y la ansiedad que les genera enfrentarse a situaciones como las referidas anteriormente. Otra variante que solemos encontrar es la procrastinación, dejar para mañana lo que tengo que hacer hoy.
¿Qué podemos hacer?
Debemos tener en cuenta que muchas personas que padecen obesidad desde la infancia y que han tenido experiencias negativas en relación a la actividad física de cualquier tipo, la hayan apartado de su vida a una temprana edad.
Con muy buen criterio muchos preparadores físicos comienzan con ejercicios tipo espalda sana, estiramientos, flexibilidad, fuerza… que favorecen la mejoría personal a distintos niveles y un encuentro amable con el propio cuerpo de manera progresiva.
centrar el ejercicio en la pérdida de peso no crea adherencia a la actividad física
Debemos favorecer que acudan al gimnasio o realizar cualquier actividad física para valorar la mejora anímica, para dormir bien, sentirse competentes, integrados, para reconciliarse con su cuerpo, favorecer la autoestima… Ayuda así mismo a aliviar el estrés, mejorar la agilidad o sentirse más enérgicos.
No podemos centrarnos exclusivamente y como primer objetivo en que pierdan peso o quemen calorías, así es difícil que creen adherencia y podamos prevenir el abandono de la actividad.