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Obesidad infantil: su salud está en tus manos

El sufrimiento que causa la obesidad en los niños a nivel físico y emocional no es una cuestión para tomar a la ligera. Damos por sentado que ningún progenitor desea que su hijo enferme, sin embargo cuando se trata de la obesidad infantil tendemos a ser muy tolerantes con determinadas demandas alimentarias que nos hacen los más pequeños.

Para prevenir la obesidad y promover la salud es fundamental enseñar a los niños a tener una buena conducta en la mesa. A veces nuestro primer objetivo es que el niño coma, y para ello no dudamos en emplear cualquier estrategia aunque para ello estemos fomentando hábitos inadecuados.

no podemos ser tolerantes con alimentos nocivos para el niño

Así, hemos pasado de jugar con el avión-tenedor a plantarle la tablet con dibujos animados para que coma sin rechistar. De esta manera no enseñamos al niño a dar a la comida la importancia que tiene. Estudios diversos han demostrado que los niños que comen viendo la TV tienen más riesgo de padecer obesidad, ya que se invalida su capacidad de saber cuándo deben parar de comer al hacerlo de forma mecánica.

presta tu atención al niño que se comporta bien en la mesa

Los progenitores junto con el criterio establecido por el pediatra, saben la cantidad aproximada y el tipo de alimentación adecuada para cada hijo. A veces surgen problemas porque no le gustan las verduras o las frutas tan necesarias para una dieta equilibrada. Iremos introduciéndolas progresivamente y en poca cantidad, pero no podemos desistir del intento. No hay que olvidar que muchos niños se convierten en el centro de atención y adoptan su sello distintivo con la conducta negativista. Uno de los errores que frecuentemente cometemos en la mesa es regañar, amenazar, advertir (en definitiva, prestar atención) al niño que no tiene una conducta adecuada. El mensaje que enviamos a los demás es que si te portas mal, estarán pendientes de ti. Cambiemos el foco y prestemos nuestra atención a quien come de manera adecuada.

la hora de comer no puede ser una batalla campal

Si bien no debemos desistir con los nutrientes necesarios, un tema distinto son las cantidades, donde las necesidades entre unos niños y otros son variables. Obligarle a comer todo lo que está en el plato es enseñarlos a ignorar las señales que su cuerpo le envía de hambre y saciedad. Lo que no podemos tolerar es que deje comida en el plato para enseguida decirnos que tiene hambre con la intención de ingerir bollería industrial. En estos casos o cuando los niños son muy comilones hay proporcionarles una fruta o un bocadillo, pero nada de donuts, chucherías o similares.

no eres mejor progenitor por darle todo lo que te pide de comer

Es fundamental enseñarles a comer despacio, a no pinchar varios alimentos a la vez, a masticar de forma sosegada… Para ello es necesario que la hora de la comida sea un momento de tranquilidad y no una batalla campal entre los miembros de la familia. No es momento de discusiones, de riñas, de desesperarnos… porque lo único que conseguimos es convertir un momento tan crucial para la salud del niño y del resto de la familia en un evento aversivo.

Por último, decir que difícilmente lograremos instaurar estas pautas si nosotros no predicamos con el ejemplo. No hay que olvidar que a día de hoy, el modo de alimentarnos, las preferencias y rechazos hacia determinados alimentos así como nuestras prácticas y hábitos saludables están fuertemente condicionados por lo que aprendimos en el contexto familiar durante nuestra infancia.