genética y obesidad: nada está perdido
De un tiempo hasta ahora nuevos estudios hacen hincapié en la influencia que tiene nuestra genética como factor predisponente hacia la obesidad: hay genes que determinan lo propenso que es un individuo a desarrollar obesidad. Estos genes inciden en las moléculas y receptores que regulan el hambre, el consumo energético de cada individuo y su respuesta a la dieta y al ejercicio, la termogénesis y la distribución de la grasa corporal. Ello explicaría por qué algunas personas cogen peso o lo recuperan con más facilidad que otras. Sin embargo, la genética no actúa de manera independiente, necesita ciertos desencadenantes para dar lugar a la obesidad.
es posible modular la herencia genética
Es importante que no te ancles en la obesidad acogiéndote a tu predisposición familiar. De hecho, la carga genética es una de las excusas más recurrentes y desculpabilizadoras a la que se aferran nuestros pacientes. Este argumento les asigna el rol de víctimas indefensas , como si de una enfermedad terminal se tratara.
Si bien es verdad que la genética predispone a la obesidad, también es cierto que si llevas a cabo hábitos positivos y te desenvuelves en un entorno saludable en cuanto a alimentación y actividad física, podrás mantener un peso óptimo a lo largo de toda tu vida. Podemos afirmar que la herencia genética puede ser modulada o compensada con hábitos de vida saludable.
es importante actualizar los conocimientos sobre nutrición si llevas años a dieta
Dos de los aspectos que en general hay que tener en cuenta al iniciar un estilo de vida saludable y que te ayuden a modular tu predisposición genética son: el ejercicio físico apropiado y la alimentación adecuada. Con respecto a esta última, las personas que llevan años a régimen tienen ideas preconcebidas y algunas trasnochadas sobre la manera correcta de alimentarse que no siempre son acertadas ni beneficiosas.
para perder peso hay que revisar los hábitos familiares, sociales, culturales…
Estos cambios acaecidos en los últimos años nos obligan a tener en cuenta las modificaciones que ha experimentado la composición de nuestra dieta (hidratos de carbonos refinados a gran escala, grasas saturadas, grasas trans, etc.) o los falsos mitos que siguen circulando sobre muchos alimentos y maneras de perder peso. Todos estos conocimientos nos permiten ser parte activa en la adquisición y preparación de nuestras comidas así como asumir el control y tomar conciencia de nuestra responsabilidad a la hora de contrarrestar la herencia genética.
la genética no actúa de manera independiente, necesita desencadenantes para dar lugar a la obesidad
Puedes seguir aferrándote al pensamiento de que tu obesidad viene influenciada por la genética y negarte a admitir que también influyen factores culturales, sociales, familiares y personales donde tú puedes ser parte activa. No has heredado los genes de tus padres, también los hábitos de vida, hábitos que sí puedes modificar y mejorar. Para empezar sería bueno detectar si te desenvuelves en un ambiente obesogénico, es decir, un entorno donde se promueven estilos, usos y costumbres que favorecen la obesidad.