El caso de Juan (Los Entreveraos)
El primer paso que llevamos a cabo cuando alguien viene a pedirnos ayuda para perder peso es descartar cualquier problema psicológico que impida al paciente cambiar sus hábitos alimentarios.
Muchas de las personas que han participado en La Báscula arrastraban un historial de fracasos como consecuencia de centrarse en qué comían sin tener en cuenta por qué comían. Si conseguimos detectar qué problema subyace a la ingesta desproporcionada de alimentos, el paciente podrá afrontarlo y en consecuencia cambiar sus hábitos alimentarios, reducir peso y vivir una vida plena y saludable.
Juan Ruiz Parada, del equipo de Los Entreveraos, ha sido el más joven de los participantes de La Báscula. A sus 21 años, pesaba 183 kilos y cuando acudió al programa no tenía actividad alguna ni responsabilidades que atender. Vivía con su madre y pasaba la mayor parte del día y de la noche jugando a los videojuegos, sin horario establecido para comer, para su aseo personal o para dormir. Esta situación se prolongó durante cuatro años, coincidiendo con el fallecimiento de su padre.
El primer paso para perder peso es descartar cualquier problema psicológico que impida cambiar los hábitos alimentarios.
Cuando analizamos los hábitos alimentarios de Juan observamos que, como norma general, consumía alimentos de alto contenido calórico, fáciles y rápidos de ingerir –patatas, chocolate, frutos secos, galletas– para poder simultanear la ingesta con los videojuegos. Era un chico que no se relacionaba y pasaba la mayor parte del tiempo de manera sedentaria. De hecho, conoció a su equipo en el casting del programa y el formar parte del mismo favoreció que abandonase su aislamiento social.
Cuando empezamos a trabajar con Juan observamos muchas resistencias y dificultades para combatir sus malos hábitos no solo alimentarios, sino también de vida. A pesar de ir perdiendo peso y abandonar los videojuegos, seguía siendo una persona desordenada, sin objetivos a nivel laboral o de estudios, con falta de disciplina y estado de ánimo decaído. Existía en él un bloqueo que le impedía instaurar de manera óptima nuevos hábitos de vida.
Tras varias sesiones, finalmente logramos descubrir un suceso que marcó profundamente la trayectoria vital de este participante: Juan nos confesó que poco antes del fallecimiento de su padre –debido a un cáncer fulminante–, mantuvo con este una hostil y acalorada discusión por sus bajos resultados académicos. A Juan le ocultaron la gravedad del estado de su padre y este hecho impidió que pudiera reconciliarse con él antes de morir. Desde el fallecimiento de su progenitor, Juan vivió presa de un dolor y un sentimiento de culpa del que intentó escapar refugiándose en los videojuegos y en la comida.
El hecho de verbalizar por primera vez este acontecimiento sirvió para poder ayudarle a enfrentarse a su dolor y empezar a perdonarse a sí mismo. A raíz de entonces y con ayuda de la terapia, Juan dejó de autodestruirse.
Artículo extraído del libro «El método del bienestar»